El Puente Romano de Alcántara justifica por sí solo una larga ruta. Con sus 70 m de altura, casi 200 de longitud y 8 de ancho, el venerable puente fue erigido en el año 105, era de Trajano, por el arquitecto Cayo Julio Lácer. El nombre de la ciudad procede de los árabes, que la llamaron Kantara-Ass-Saif, el puente de la espada, porque creían que en el interior de esta magna obra se escondía una espada de oro.

La propia situación de Alcántara, mirándose en un río cuyo nombre de Tajo adquiere aquí todo su sentido, nos habla ya de su origen como plaza fuerte y de una historia unida a la Orden militar de Alcántara, que fue primero portuguesa, de San Julião do Pereiro, y que luchó contra los árabes en estas tierras. A falta de castillo, la ciudad nos ofrece el convento de San Benito de Alcántara, potente construcción que sirvió como sede a la Orden. La obra es de estilo renacentista, pero en el interior acoge un claustro gótico.

En el entorno de Alcántara lucen otras localidades singulares como Garrovillas de Alconétar, Navas del Madroño o Brozas.

Alcántara es una puerta para conocer el Parque Natural del Tajo Internacional y otros puentes, castillos y pelourinhos.

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