El edificio que alberga el Ayuntamiento data del s. XVI y tenía planta de cajón delimitada en los extremos por dos torrecillas cilíndricas que englobaban un pórtico inferior y una galería superior de marcado espíritu renacentista.

En la torrecilla norte se labraron tres escudos: el del emperador Carlos V; el de la ciudad, con las tres columnas, y el del corregidor que la gobernaba cuando se levantó el edificio.

Con el paso del tiempo se hizo necesaria una ampliación del edificio que se llevó a cabo en los primeros años del s. XX por Joaquín de Vargas y Aguirre, añadiendo un ala entera a imitación de la preexistente.

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