Los movimientos internos del reino siguieron afectando a Ciudad Rodrigo, en especial el conflicto de la Guerra de las Comunidades.

El gobierno de la ciudad se dividía entre las principales familias y fue, precisamente, la rivalidad entre ellas la que desencadenó una auténtica lucha de bandos en la que se vieron envueltos prácticamente todos los sectores de la ciudad.

Fue, sin embargo, el s. XVI la edad dorada de la ciudad. La estabilidad política y la recuperación económica son la base de una intensa actividad constructiva, tanto en edificios civiles como religiosos, así como del impulso de varias fundaciones monásticas.

Nuevos conflictos volverían a asolar el territorio. La Guerra de Restauración o Independencia de Portugal (1640-1668) y la de Sucesión a la Corona española (1700-1714) resultaron ser un duro desgaste.

Las incursiones militares, los asedios, las rapiñas, los robos de ganados fueron mermando los efectivos económicos y demográficos de la ciudad y su Tierra. Aquí se puso una vez más de manifiesto la importancia de la frontera. Ciudad Rodrigo era una de las tres grandes plazas hacia Portugal, junto con Tuy y Badajoz.

De cualquier modo, en tiempos de paz, las relaciones económicas, sociales y culturales se multiplicaron a ambos lados de la Raya.

La frontera de Ciudad Rodrigo abastecía a Castilla de productos portugueses, así como a Portugal y, a través de éste, a otros países, de productos del interior castellano.

 

 

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