El convento de Santa Clara fue fundado en el s. XIII, aunque nada se conserva de esa época.

Renovado a lo largo del tiempo, las partes más interesantes que nos han llegado proceden de las intervenciones efectuadas en el último cuarto del s. XVIII, por Juan de Sagarbinaga y Ventura Moiños, a quien también se debe la cerca y portada exterior.

Al convento se accede a través de un espacio porticado sobre el que se disponen escudos de la orden franciscana.

En su interior destacan las escaleras pétreas que unen los dos pisos.

El templo dibuja planta de una sola nave dividida en tres tramos cubiertos con bóvedas de cañón con lunetos, al igual que la capilla mayor, y crucero marcado en altura que se cierra con una cúpula sobre pechinas.

A los pies de la iglesia se dispone el coro, dividido en bajo y alto.

El retablo mayor fue ensamblado por el acreditado ebanista Gumersindo Lagar, padre del célebre pintor Celso Lagar, hacia 1900.

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