El primitivo convento de agustinos se hallaba en las afueras de Ciudad Rodrigo en el s.XV, hasta que la poderosa familia de los Chaves les cedió en 1534 las casas que tenía en la judería, en cuyos solares, y bajo su patronazgo, levantaron su convento y su iglesia, concebida como panteón familiar. El templo, proyectado por Pedro de Ibarra y Juan de la Puente, que tuvieron a sus órdenes a Juan de Balbás y Rodrigo de Ruesga, se inició hacia 1566 y se remató en 1588 bajo el mecenazgo de Garci López de Chaves.

A la iglesia se accede por una sencilla puerta de medio punto rematada por una hornacina con la imagen barroca de San Agustín. Dibuja planta de una sola nave, dividida en tres tramos separados por arcos apuntados, que apean en semicolumnas, a los que se abren pequeñas capillas semicirculares y cabecera poligonal. Se cierra con unas interesantes bóvedas estrelladas engalanadas con unas claves doradas, que lucen los escudos de los promotores, erróneamente policromados. El retablo mayor, obra quizás de hacia 1630 de Alfonso de Balbás, de buena factura, nos ha llegado repintado con marmoleado.

Con las desamortizaciones la iglesia se convirtió en pajar, siendo recuperado en 1881 por el obispo Martínez Izquierdo y entregado poco después por el prelado Mazarrasa a las Teresianas, que reinauguraron el templo en 1906 y utilizan el inmueble como colegio.

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