Al claustro se accede a través de una sencilla puerta, abierta en la primera fase constructiva del templo, cuyo mayor interés se esconde por el lado del claustro donde voltea arquivoltas anicónicas que descansan en columnas con capiteles florales, los de la derecha restaurados.

En planta dibuja un cuadrado casi perfecto, dividiéndose cada lado en cinco tramos rectangulares, cuyos arcos perpiaños son contrarestados en el patio por contrafuertes, más los angulares, en este caso cuadrangulares.

Levantadas las pandas occidental y meridional en el s. XIV, las dos restantes datan del segundo tercio del XVI.

Las galerías, a imitación de la de poniente, la más antigua, rasgan arcos apuntados divididos por tres o dos columnas con capiteles vegetales y figurativos, intervenidos drásticamente en 1911 por J. Tarabella, que sostienen arcos trilobulados que sustentan claraboyas con trifolios y cuadrifolios.

En el ángulo suroeste fue enterrado el cantero que dirigió la obra de las crujías góticas en un sepulcro con un calvario bajo el que se lee esta inscripción: AQUI:YAS:BEN: / EITO:SÁNCHEZ:M / AESTRE:QUE:FUE: / DESTA:OBRA:Y DIOS / LO:PERDONE:AMEN:.

Las dos crujías restantes, que con las ya realizadas no desentonan, se levantaron entre 1526 y 1539 bajo la dirección del cantero Pedro de Güemes, cuyo retrato aparece acompañado de un compás, símbolo de su oficio, y de su escudo en un medallón, junto a otro con el del racionero Villafañe, en la portada plateresca que abierta en la galería oriental da paso al patio.

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