Coria se yergue sobre la margen derecha del Alagón, un río de nacimiento salmantino que desemboca en el Tajo poco después de Coria. Junto al río se encuentra el puente viejo, construido a principios del s. XVI. El capricho del río hizo que a mediados del s. XVII, con un poco más de cien años de edad, el puente se quedase sin río, cuando éste se desplazó hacia el sur. El puente sin río dio pie a una estrofa que corría por los pueblos de Salamanca: Si vas a Coria / por un deleite / verás puente sin río, / río sin puente.

La Catedral conserva muy poco de la iglesia primitiva, comenzada a construir en el s. XIII sobre la antigua mezquita, y ésta a su vez sobre un templo de época visigoda. Los restos románicos se resumen en el claustro y en algunos muros reaprovechados. Posee también elementos góticos, platerescos, barrocos y neoclásicos.

Coria conserva algunos lienzos de muralla romana y cerca de veinte torres cuadradas. El castillo, de finales del s. XV, enseña una poderosa torre del homenaje y el castillejo, una pequeña torre circular junto a la entrada del castillo.

Para celebrar los Sanjuanes, a finales de junio, la ciudad transforma su casco histórico en una enorme plaza de toros. Casi desde que el sol se pone hasta que vuelve a salir, se celebra el solsticio de verano agotando por las calles las noches más breves del año.

Podemos completar nuestra visita a Coria con un paseo por la ribera del Alagón, y también acercarnos al Santuario de la Virgen de Argeme, el Jardín Botánico de Coria y a otras localidades que merecen una especial atención, como Galisteo, Torrejoncillo o Aceúche.

volver