Cruelmente maltratada durante la Guerra de la Independencia, como muy bien dejan patente las huellas de las bombas, su reciente restauración concluyó en marzo de 2001.

Levantada entre 1764 y 1772, fue ideada por Juan de Sagarbinaga.

El cuerpo inferior de la torre, la portada de acceso, voltea arco de medio punto flanqueado por cuatro columnas de orden compuesto que sustentan un frontón triangular.

Inspirada en un grabado de Serlio o quizás en la fachada norte de la catedral de Zamora, obra de fines del s. XVI trazada por Juan de Ribero Rada, a plomo con el vértice superior del frontón se dispone un escudo con las armas catedralicias.

El segundo cuerpo, en exceso macizado, rasga, en todas sus caras, un sencillo balconcillo y dos pequeñas ventanas.

El cuerpo de campanas, que se resuelve mediante dos vanos de medio punto separado y flanqueado por pilastras pareadas y finaliza en una balaustrada, remata en una cúpula anillada que da paso a una calada linterna en la que descansa un cupulino también con despiece anular.

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